La vida empieza a tener sentido para Manuel, todo lo que antes le había pasado lo está entendiendo, sabe que tenía propósitos particulares.
Su hermano menor acababa de entrar a la academia militar y él todavía sin decidir por una profesión, pero era capaz de sostenerse económicamente, pagar su propia habitación y pagarse el curso de inglés.
Jorge, consciente de que la vida de su amigo cambiaría para siempre, decidió retirarse del equipo de fútbol y recoger todas sus pertenencias de la habitación de Manuel, ya que solía quedarse allí algunas noches luego de los partidos nocturnos y de las celebraciones.
María Eugenia, pendiente de atenderlo y propiciar su camino hacia el nuevo reto fue a conversar con Damián, como si tuviera que defender a su representado en el club infantil.
Nada hizo que su mente se desviara de lo que ya comprendía le correspondía hacer, historia misma que ya estaba escrita en los laureles de la calle vieja, dime si no tenia razón de enojarse con el destino mismo, de declarar locura insensata o furia repentina, si eso le hacia aceptar que la paternidad nunca puede ser considerada castigo divino, sino todo lo contraria, aun en situaciones complicadas de por si, estaba dispuesto a dejar la compañía y los partidos de fútbol, pero el menos indicado para sugerírselo era Damián, cretino de su propia ironía, personaje repugnante de corona vitalicia.
Faltaba una razón más, no menos importante: la responsabilidad de entregar cuentas claras al alguacil por Enrique Villanueva, como tutor de un adolescente subversivo había hecho un buen papel, la verdad que la disciplina deportiva resultó más efectiva para el jovenzuelo.
Manuel debía garantizar a la justicia que el muchacho estaba regenerado y pasaría las pruebas de la correccional.
Como si fuera poco, por lo menos contaba con el apoyo de su viejo amigo, al que había dejado de frecuentar por las tediosas prácticas para los partidos, dos semanas lo esperó a la hora del té, ansioso de conversar con él y aconsejarle sobre sus amoríos con Fabiana la sifrina de la coral de la Iglesia.
Ahora, con mente clara decide acercarse nuevamente, no para preguntar que hacer, sino para llorar por algo que consideraba obligatorio hacer, pero que no toleraba.
Damián, ubicado en ahora en el pedestal de la codicia, le importó poco descuidar las clases, con tal de desplazar al líder del equipo con satisfacción morbosa, sin un rasguño de la culpa escénica y publica y con el descaro de patear al que le ponía los calcetines.
Su cuaderno de notas, sudado en las esquinas, goteado en las duchas del polideportivo, guardaba motivos de mayor peso que solo conocían él y Manuel, pero el secreto dejó de ser secreto en el momento cumbre, cuando el cigoto se formaba, las luces del estadium apagadas y los secuaces del Malo en las esquinas sudadas del vecindario.
Dolía, y podía doler pero ya no importaba, el humo que sale de una pipa se puede soportar, incluso acostumbrarse, pero eso no significa que estemos a favor del Tabaquismo, Manuel, como deportista de corazón albergaba el más arraigado ímpetu de disciplina para cuerpo y mente sana, las drogas para nada estarían en su lista.
Castrada conciencia, asumiendo la destrucción del equipo y considerando la renuncia para levantar el ánimo de Fabiana, no acudió al Hospicio de las Virtudes, el dolor puede aguantarse hasta un punto definido, ¡caramba!, es la crisis atlética de un hombre que ve perder su juventud en las filas de un seleccionado de pacotilla.
Presentando *Sábados de sabiduría*
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Hace 10 meses
Tienes razón con etiquetarlo Cosas De la Vida, es un juego que todos enfrentamos. Excelente!
ResponderEliminarGracias!!
ResponderEliminarEn en relato me veo reflejado.
En casi todos los personajes y circunstancias.
Hay verdades: No todo está escrito y Gran parte de lo escrito se puede borrar y reescribir.
Un Abrazo.
Sincero, no entendí nada!!!
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