El día que llegué a esta aldea
Iba errante peregrino en aventura
Y por mi mente nunca cruzó la idea
De conocer una hermosa criatura
Mis ojos miraron en el río
Las muchas aguas que no tienen regreso
Así palpita el corazón mío
Desde el momento del flamante beso
En los cálidos caminos de pradera
Mi alma salpicó de la alegría
Al ver en tu faz por vez primera
Aquella luz que mi alma tanto ansía
Todo pasó como un rayo de sol
Y el momento se llenó de miradas
En ese instante se encendió el amor
Llegando al cielo las muchas llamaradas
Más bella aldeana eres sólo tú
Quien llenó de colores mi vida
Para flechar así mi juventud
Dejando en mi corazón tan grande herida
Me voy ya triste y solitario
Por el mismo lugar donde llegué
Pero prometo por este amor sagrado
Que a buscarte un día regresaré.
George Whitefield: Pasión evangelista en acción
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Whitefield fue un hombre usado por Dios de manera única en la historia.
Este gran evangelista nos recuerda que no podemos aspirar predicar con
efectividad ...
Hace 3 días



Muy bueno, me identifico!
ResponderEliminarTanto como el amor peregrino, como el aldeano en espera de su Señor. Abrazos.
Hay personas que transmiten envidia, celos, desamor. Vos sos de las otras, las que hacen del mundo un lugar mejor.
ResponderEliminarSaludos.
Gusmar.
ResponderEliminarEs un encuetro anhelado por Muchos.
Saludos.
Gracias Mónica Por tan bellas palabras. Me inspiran porsonas como tú, q creen que otro mundo es posible.
ResponderEliminarUn Abrazo fraterno desde Venezuela.